Como ya te hemos comentado en otros post, las calderas de biomasa son una solución eficaz para reducir las emisiones contaminantes y los gases de efecto invernadero. Pero, ¿sabías que los pellets no son el único combustible que admiten?

A continuación, te explicamos los diferentes tipos de combustible que se pueden utilizar para este tipo de calderas.

 

Pellets

 

Es el biocombustible más estandarizado y normalizado. Tienen forma de pequeños cilindros y se comercializan de diferentes maneras (sacos, granel…). Según su calidad, tienen 3 clasificaciones, siendo el de calidad A1 el que asegura una concentración mínima de cenizas, nitrógeno y cloro.

Además, en los últimos años se están industrializando pellets de diferentes combustibles a parte de las de madera.

Las principales ventajas que presentan son su alto poder calorífico, su bajo contenido de cenizas y su gran disponibilidad y facilidad de almacenaje.

El principal inconveniente es que su precio es más elevado que el resto de los combustibles.

fabricación de pellet

 

Astillas

 

Son trozos pequeños de madera entre 5 y 100 mm de longitud, y se clasifican principalmente en función de su tamaño y humedad.

Las principales ventajas que presentan son el precio y que tienen un grado medio de estandarización a nivel europeo.

El principal inconveniente es su baja densidad respecto al pellets o hueso de aceituna, con lo cual el almacenamiento y transporte es más costoso.

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Residuos agroindustriales

 

Los residuos agroindustriales adecuados para su uso como combustible en calderas de biomasa son fundamentalmente los provenientes de las industrias de la producción de aceite de oliva y aceituna, de las alcoholeras y la uva, y de los frutos secos.

La principal ventaja que presentan es el precio, ya que al ser un subproducto de un proceso reduce su coste.

El principal inconveniente es su contenido de cenizas y que la distribución se concentra en la zona donde la industria extractora esté localizada.

 

Leña y briquetas

 

Aunque su uso se da con menor frecuencia que el del resto de los biocombustibles sólidos ya mencionados, existen también calderas modernas diseñadas para ser usadas con leña o briquetas.

La principal ventaja de la leña es su coste, sobre todo cuando se extrae de una explotación propia. En cambio, la briqueta destaca por su alto poder calorífico.

 

La evolución que han tenido las calderas de biomasa durante los últimos años ha hecho que se conviertan en una solución eficaz para reducir las emisiones contaminantes y los gases de efecto invernadero.

Por un lado, se podrían destacar las mejoras en cuanto al rendimiento y emisiones. Se han desarrollado calderas totalmente automáticas obteniendo unos rendimientos y emisiones inimaginables hace unos años.

Además, el desarrollo de nuevos combustibles estandarizados ha facilitado la popularidad de este tipo de calderas.

A diferencia de las calderas de combustible líquido o gaseoso, donde prácticamente hay un único combustible y muy estandarizado, en la biomasa hay una gran variedad de tipos de combustible.

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La continua evolución de la industria de la biomasa ha permitido que en la actualidad exista una gran variedad de biocombustibles sólidos susceptibles de ser utilizados en sistemas de climatización de edificios destacando los siguientes:

  • Pellets, producidos de forma industrial.
  • Astillas, provenientes de las industrias de la primera y segunda transformación de la madera o de tratamientos silvícolas y forestales (podas, clareos, cultivos energéticos leñosos, etc.).
  • Residuos agroindustriales, como los huesos de aceituna, cáscaras de frutos secos, almendra, piña, etc.
  • Leña y briquetas, que puede producirla el propio usuario (leña) u obtenerse en el mercado (leña y briquetas).

También cabe destacar que la automatización de las calderas de biomasa las ha dotado de medidas de seguridad, incluso con varios mecanismos para atajar un mismo riesgo, situándolas a la altura de las calderas más seguras.

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Hay que insistir en la importancia que tendrán las calderas de biomasa en la transición energética, ya que a la ventaja que aporta la sustitución de las calderas de combustibles fósiles por las de biomasa se ve refrendado por la disponibilidad de dicho combustible a nivel nacional.